jueves, 3 de marzo de 2011

Capítulo 3. Un día distinto. Día 1 de junio de 2012. Viernes. Las 21:58 horas.

Al hospital de Sant Pau, cerca del Parc de les Aigües en Barcelona, llegan 3 ambulancias a toda prisa y un taxi. La primera en parar es la que lleva a Ernesto. Está sedado y lo llevan en camilla dos técnicos en emergencias sanitarias. Aún no ha recobrado el conocimiento. Le han hecho las curas de los brazos y le han recolocado el hombro. Tan pronto cómo entran desaparecen por los pasillos en dirección a la UVI, inmediatamente seguidos por la madre del niño que ha venido en taxi a todo correr. Está con el corazón a punto de saltar del pecho y lleva la cara anegada en lágrimas. Les sigue corriendo con el bolso y el móvil en las manos. Los lleva apretando desde hace mucho rato.
De la segunda ambulancia bajan, más tranquilos y en silla de ruedas a Carlos, el conductor del automóvil. Sigue conmocionado y aún no es capaz de creer lo que ha ocurrido. Lo que ha hecho. Cómo ha podido despistarse de ese modo, cómo ha llegado a ocurrir lo ocurrido. Aún no sabe que ha quitado la vida a un hombre ni que ha arruinado el futuro de un niño.
De la última ambulancia descienden los dos camilleros llevando el cuerpo inerte de Sergio. Está tapado y se dirigen por un camino pavimentado a la morgue del hospital. El depósito de cadáveres es un edifico de dos planta que se encuentra en la parte este del recinto hospitalario. En la primera planta se almacenan los cuerpos y se limpian, preparan y analizan para posibles identificaciones o estudios forenses. La segunda planta se dedica a la enseñanza universitaria y a realizar diferentes estudios post-mortem.
Unas grandes puertas blancas dejan paso a la camilla. Roberto Montero López, el celador del hospital, lleva el cuerpo de Sergio junto con la identificación del cadáver y los documentos resumiendo las causas de la muerte a la primera planta de la morgue. Allí permanecerá hasta que consigan ponerse en contacto con los familiares de la víctima. La habitación es muy grande, con cuatro camillas especialmente equipadas para examinar cadáveres en el centro de la misma y varios compartimentos en la pared norte. En uno de esos es donde descansará el cuerpo de Sergio una vez que haya sido limpiado y preparado. De las cuatro camillas anunciadas, las dos primeras entrando por la puerta ya tienen inquilinos. Están ocupadas por dos cuerpos tapados con sendas sábanas blancas. Otra de las camillas, es usada cómo mesa para dejar el material, pues está soportando varios cuchillos de disección y amputación, bisturíes, tijeras, hilo, agujas y otro material para la disección y la prosección de los cadáveres.
En la pared este, al fondo de la estancia, sentado y apoyado en una gran mesa se encuentra Arturo Fuentes Moyano, técnico de anatomía patológica del hospital Sant Pau, encargado de realizar las autopsias y preparar los cadáveres en el mismo. Está concentrado en la pantalla del ordenador escribiendo un informe. En la habitación suena la melodía de la canción two minutes to midnight, de Iron Maiden y se aprecia el olor de desinfectante por todos los rincones. En el fregadero situado al lado de los compartimentos para cuerpos se pueden apreciar un cuchillo y dos esponjas utilizados recientemente. Dejan caer un pequeño riachuelo de sangre por la pica.
-          Por Dios santo, no sé cómo coño puedes escuchar eso –exclama Roberto.
-          Madre mía, yo sí que no sé cómo coño puedes escuchar tú, tu mierda de flamenco. Abre bien los oídos colega, haber si por fin escuchas algo de verdadera música. –contesta Arturo. -¿Qué me traes aquí?
-          Varón blanco, muerto por accidente de tráfico –contesta. –De momento sólo tienes que limpiarlo y prepararlo para un reconocimiento. Cuando hayan certificado su identificación ya le harás la autopsia si lo permiten sus familiares. Joder, ¿y estos dos? Parece que tienes trabajo hoy.
-          Pues sí, se ve que han llamado por una pelea callejera de latin kings y este ha sido el resultado. Anda, ayúdame a subirlo a esta camilla –va diciendo el médico mientras se dirige al cuerpo inerte de Sergio–y dime, ¿se ha producido mucho caos o qué? He escuchado que ha sido en plena Meridiana.
-          Bueno, lo normal en estos casos, -va explicando mientras se encamina hacia la puerta- sólo ha habido tres personas implicadas, pero una era un niño y tiene toda la pinta de que se quedará minusválido según he oído. Bueno mira, yo voy a comer algo que luego me toca el turno de noche seguido. ¡Cuídate y espero no volver a verte en mi turno!
-          A ver si tenemos suerte, ¡cuídate tú también!
Un fuerte portazo y de nuevo el silencio reina en la habitación. Las dos voces se han apagado y en el ordenador del médico forense se ha terminado la canción two minutes to midnight. Tan sólo se escucha la relajada respiración de Arturo hasta que de repente…
-¡Oh Dios! –Grita Arturo- ¡ésta si es buena! –en el reproductor de música del ordenador da comienzo la canción Dance of death, también del grupo Iron Maiden. –Mira, parece que has llegado en el mejor momento amigo mío –le comenta entusiasmado al cuerpo sin vida de Sergio.
Mientras empieza a cantar una de sus canciones favoritas y a dirigirse al ordenador, empieza a  imaginar que su bisturí es una guitarra, igual que la de Dave Murray, el guitarrista del grupo. No se da cuenta de que la sábana que cubre el cuerpo de Sergio comienza a removerse levemente. Igual que si una leve brisa entrara por la ventana. Pero está cerrada. Se sigue moviendo y se empieza a escuchar una respiración entrecortada.
Arturo, el médico forense, continúa imaginando con los ojos cerrados que vive un concierto en el cual él es uno de los protagonistas, totalmente ajeno de que el cuerpo de Sergio está empezando a levantarse de la camilla. Está muy cerca del ordenador cuando abre un momento los ojos. Le ha parecido escuchar algo. Maldice la mierda de hospital y sus ruidos y decide que lo mejor será aumentar el volumen de la canción para aislarse de los puñeteros sonidos del exterior y que cuando ésta termine, se pondrá a trabajar con el recién llegado. Vuelve a girarse justo cuando el cuerpo que le habían traído minutos antes se desploma encima de él agarrándolo por la espalda y mordiéndole en el hombro izquierdo. La caída del cuerpo encima de él provoca que sin poder evitarlo se clave el bisturí que tenía en las manos en la barriga. Un gran grito de dolor y asombro sale de la garganta de Arturo, empujando el cuerpo de Sergio contra una de las camillas. Sangrando intensamente por el hombro y totalmente superado por la situación se intenta poner de pie justo cuando el muerto se vuelve a incorporar para dirigirse hacia él.
-          Eh tío, me dijeron que estabas fiambre. Me dijeron que estabas muerto y vas y te levantas. Me cago en la puta, ¿es que no me oyes? –le grita mientras avanza hacia él. –Dios santo, me he clavado el bisturí –exclama –Joder, cabronazo de mierda, te voy a denunciar por esto –la voz le tiembla debido a la confusión y la pérdida de sangre. Su cuerpo está increíblemente tenso.
Pero el cuerpo sigue aproximándose al del forense y él sólo ve una mirada vacía en los ojos del cadáver. No ve vida, tan sólo uno de sus familiares cuerpos avanzando hacia él con paso lento pero sin detenerse.
-          Esto no puede estar pasando, mierda. ¡Joder! –con un movimiento rápido se saca el bisturí de su estómago, gime de dolor y lo pone entre él y el muerto. –Cómo te acerques más te lo clavo tío –estira el brazo y en unos segundos, viendo que Sergio sigue aproximándose, cumple la amenaza, clavando el bisturí en el apéndice del muerto. -¡Jódete cabrón! –le grita casi en la cara.
Pero éste ni se inmuta, sigue acercándose obligando al doctor a apartar el brazo y dejar clavado el bisturí. Lo intenta agarrar y morder al mismo tiempo en el que Arturo decide empujarle y salir corriendo. Intenta salir de la habitación a toda prisa, pero está perdiendo mucha sangre. Siente como late con fuerza su hombro izquierdo que se ha convertido en una masa roja de sangre y nota que un líquido le va cubriendo los bajos de la camisa y el pantalón. Es la puñalada de la barriga. Consigue abrir la puerta, se detiene, mira hacia atrás y observa cómo el puto muerto sigue andando hacia él con paso torpe pero sin parar. Decide cerrar la puerta e intentar llegar al hospital para pedir ayuda, pero al dar unos pocos pasos cae torpemente al suelo. No puede más. Le duele demasiado el estómago. Intenta levantarse pero resbala.
-          Mierda de sangre, parece aceite –maldice para sus adentros.
 Nota cómo está perdiendo el conocimiento y por su mente pasan un montón de preguntas ¿Conseguirá llegar hasta mí esa cosa? ¿Es un puto zombi? ¿Voy a morir? ¿Habrá sido por la canción? Segundos después sus ojos se cierran y se adentra en el mundo de la inconsciencia. Por fin está tranquilo.

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